viernes, 6 de noviembre de 2015

Reflexión - Principios Para Tener Una Sana Relación de Pareja

Son muchos los consejos que podemos escuchar acerca de cómo tener un hogar feliz, y de hecho ese es el anhelo de toda pareja al empezar su relación y en cualquier etapa de su matrimonio.  No obstante, vemos que cada día pareciera que sostener una sana convivencia dentro del matrimonio y lograr esa felicidad fuera muy difícil y lo que vemos es muchos hogares rotos y mucha desilusión.  Sin embargo, sí es posible construir familias sólidas si tenemos en cuenta las recomendaciones divinas para ello.
En cierta ocasión, dice la Biblia, Jesús subió al monte y desde allí pronunció un maravilloso discurso conocido como “EL SERMÓN DEL MONTE”, (Mateo 5:1-12) dentro de este refirió unas bienaventuranzas fundamentales para tener éxito en la vida y de ellas he tomado unos principios que podemos aplicar en una relación de pareja y que con toda seguridad nos llevarán a esa estabilidad y felicidad anhelada por todos.
  1. EL PRINCIPIO DE LA NECESIDAD
Es la necesidad de Dios en nuestra vida, de amarle con todo el corazón, de hacerle nuestro Señor, el más maduro en la pareja debe alentar al otro a fundamentar este principio en su relación y en sus hijos. Cristo debe ser el fundamento de nuestro hogar.   Resultado: Felicidad: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.”
2.            EL PRINCIPIO DEL QUEBRANTAMIENTO
Es necesario día a día revisar nuestra vida en relación con Dios, ¿por qué la decadencia espiritual en el hogar? Generalmente es porque vamos acumulando basura que no sacamos cotidianamente, es importante que la pareja limpie su corazón cada día de todo pecado.  Es sano también que nos confesemos los pecados unos a otros si tenemos la madurez suficiente; el consentir pecados en nuestra vida nos va alejando de Dios y nos aleja el uno del otro.  No podemos subestimar el pecado, hay que tratar con él, confesarlo y arrepentirse, cuando hay transparencia con Dios, lo habrá también con el cónyuge y esto facilita la armonía.  También es necesario tener en cuenta, que como esposos debemos soportar juntos las pruebas que llegan a nuestra vida.  Hay una recompensa: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.”
3.            EL PRINCIPIO DE LA SUMISIÓN
Tiene que ver con someter nuestra voluntad a la voluntad de Dios, Jesús dice: “aprended de mí… y hallaréis descanso para vuestras almas.” ¿Dónde está el descanso? En hacer la voluntad de Dios.  Debemos tratar de estar juntos como esposos bajo esta sumisión al Señor.  Necesitamos analizar como pareja nuestra obediencia a Dios, ¿en qué aspectos de nuestra vida necesitamos mayor sumisión a Dios? ¿De qué manera podemos exaltar más a nuestro Señor?  Nos evitaríamos mucho dolor, si aprendiéramos a rendirnos más como esposos al Señor.  Somos compañeros de luchas, apoyémonos mutuamente para obedecer a nuestro Dios. ¿Qué obtendremos? La gracia de Dios, “bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.”

4.            EL PRINCIPIO DEL ANHELO
“Jesús les dijo: mi comida es que haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra” Juan 4:34.  Qué maravilloso es poder unirnos en ese proceso que Dios quiere hacer en nosotros, de moldearnos y formarnos a la imagen de su Hijo Jesucristo.  Así como somos “una sola carne”, debe haber también unidad en ese anhelo por adorar a Dios a través de nuestra vida, debe haber un equilibrio; cuando el anhelo es de uno solo de los esposos hay una descompensación espiritual en la relación; debemos trabajar conjuntamente en desarrollar este principio como otro fundamento en nuestro matrimonio, cuando hay ese anhelo por Dios, nuestra vida es saciada con la paz del Señor, con sus muchas bendiciones.  Nuestra vida debe regocijarse con la alabanza y la gratitud a Dios cada día, porque él es bueno.  El Señor nos promete: “bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.”
5.            EL PRINCIPIO DE LA RECIPROCIDAD
Dios nos trata con misericordia y espera que de la misma manera obremos con nuestro prójimo, lamentablemente, muchas veces somos más misericordiosos con otras personas que con nuestro cónyuge o nuestros hijos.  Al momento de casarnos hicimos un compromiso de estar juntos en toda circunstancia de la vida, en pobreza o en riqueza, en salud o en enfermedad…, eso significa que debo estar dispuesto a ayudar a mi cónyuge cuando él lo necesite; si está pasando por dolor físico (enfermedad), o si está viviendo momentos de angustia por alguna adversidad, por una crisis personal que puede llegar a cualquiera de nosotros, “mejor son dos que uno, porque si uno cae, el otro le ayuda a levantarse”. Debemos estar dispuestos a consolar, a restaurar, a apoyar a nuestra pareja cuando enfrente una situación difícil, no debemos hundirlo sino ayudarlo a levantarse.  El Señor dice: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”
6.            EL PRINCIPIO DEL CORAZÓN PERFECTO
Debemos limpiar nuestro corazón cada día, es necesario que examinemos nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios, debemos procurar ser transparentes en uno con el otro, que no haya nada oculto en nuestro corazón, necesitamos ser sinceros con nuestra pareja, esto nos brinda seguridad, nos ayuda a mantener la confianza en el otro; debemos velar por nuestra santidad delante de Dios y delante de nuestra pareja e hijos.  Como resultado de tener un corazón limpio, Jesús dice que veremos a Dios: “Bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios.”  Dios revela su santidad, justicia y pureza a través de mi conducta, Dios me responde al permitirme tener mayor comunión con Él.
7.            EL PRINCIPIO DE LA RECONCILIACIÓN
Muchos hogares perdurarían si se aplicara este principio en  la familia.  Este principio tiene que ver con la paz, con estar dispuestos a ser “agentes de paz”, desafortunadamente, muchas parejas se disponen más para la guerra que para  la paz.  Dios es un Dios de paz, él nos perdona y así espera que nosotros también nos perdonemos, como lo expresa la oración modelo.  Nuestro corazón debe estar dispuesto a perdonar, a buscar soluciones a los conflictos que lleguen a nuestra relación de pareja, por muy insignificantes que estos puedan parecernos. “Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios.”
8.            EL PRINCIPIO DE LA IDENTIFICACIÓN
Estar identificados con el Señor Jesús tanto el uno como el otro, es fundamental en el hogar; tener a Cristo como el Señor y no avergonzarnos de él, estar dispuestos a serle fiel, aunque tengamos que sacrificar tiempo, dinero, comodidades, etc.; nuestra meta debe ser “servir juntos al Señor”, trabajar juntos en un ministerio, capacitarnos y hacer la obra que  él nos ha encomendado.  “BIENAVENTURADOS…”  Mateo 5:10,12.

CONCLUSIÓN
Estamos llamados a tener matrimonios santos, sigamos estos principios.  ¿Qué nos puede detener? El orgullo, nuestra autosuficiencia, el machismo o el feminismo, el egoísmo, la superficialidad en el cristianismo, otras prioridades… “Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33)  ¿Cómo lograrlo? Cultivando una relación real y de pareja con el Señor.  Buscando ayuda oportuna cuando estemos pasando por circunstancias difíciles.  Trazarnos metas, objetivos en nuestro servicio a Dios.
Si determinamos tomar estos principios y aplicarlos a nuestro matrimonio, tendremos hogares estables y felices, evitaremos el fracaso matrimonial y honraremos a nuestro precioso Señor.

Por: Graciela Vivas V.



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