Pablo ve ahora su principal tarea como una quemante
responsabilidad ¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!.
Necesidad de anunciar el
Evangelio (15-18). El apóstol no está dispuesto a recibir dinero por predicar
el Evangelio. 
Esto no significa que el hombre deba trabajar
gratuitamente; pero sí quiere decir que no debe trabajar simplemente por
dinero. El anuncio del Evangelio es un privilegio (15) y al mismo tiempo un
deber (16).
El llevar una palabra de aliento o el conducir una
vida a Jesucristo, no se mide en términos económicos. El gozo que se recibe por
esto ya es suficiente. 
Necesidad de adaptación por causa del evangelio
(19-23). El principio que aquí surge es que el Evangelio ha de presentarse
tomando en cuenta la particularidad del público a quien va dirigido. 
No por eso debe adulterarse su esencia, ni creer
que “mi habilidad, mi empuje, mis resortes van a ayudar al Espíritu Santo a
realizar su obra”. 
Como la criada que, habiendo comprado un papel
cazamoscas que no atraían a las moscas, ella misma las cazaba al vuelo y las
pegaba al papel. 
Necesidad de disciplinarse por causa del Evangelio
(24-27). Todos lo sabemos: triunfar en una lucha demanda disciplina. 
La vida cristiana es una batalla que libramos a
diario. Vivir la vida a plenitud impone una meta que hay que conquistar. 
Para pensar. ¿Cómo sería posible volverse como
borracho, estudioso, empresario o deportista para ganarlos para Cristo? 
Oración. Que nos volvamos como el Señor para ganar
a los demás para el Señor.
 






 
0 comentarios:
Publicar un comentario