domingo, 8 de mayo de 2016

¿Ahora Los Hijos No Saben Respetan?

Educar a los hijos no es una tarea fácil y sencilla. Hace días atrás recibí un correo de una madre que escribió con desesperación sobre el comportamiento de su hijo. “Ya no sé qué hacer con mi hijo, me falta el respeto, no me obedece y hace lo que quiere” indicó la madre.
Aunque cueste aceptarlo, la falta de respeto sobre los padres es una gran realidad en muchos hogares del mundo, incluso en familias cristianas. ¿Por qué a algunos hijos les encanta discutir y faltar el respeto a los padres? ¿Será influencias de sus amistades o falta de autoridad de los Padres? La verdad, pueden haber muchos factores, entre ellos la influencias de amistades, como declara la biblia en Proverbios 13:20 y 1 Corintios 15:33.

Pero hay otros factores que se debe tomar en cuenta, y creo yo personalmente son muy importantes. Por favor abre tu biblia y meditemos en 1 Samuel 2:12-36. Donde habla sobre los hijos de Elí.
El problema que tenía Elí. Era no tener autoridad sobre los hijos (1 Samuel 2:22-25): A Elí, sus hijos no lo respetaban, no lo obedecían y eso es señal de que no tenía ninguna autoridad sobre ellos. Entonces, si tus hijos no te obedecen ni te respetan, el problema está en la autoridad. ¿No te has fijado cuantos jóvenes se avergüenzan hoy en día de sus padres y se jactan en desobedecerlos?
La raíz de este problema viene de consentirlos y ponerlos en primer lugar antes que a Dios (1 Samuel 2:29): Elí honró demasiado a sus hijos, los prefirió antes que a nada y, según él, los amo. Pero consentir no es amar, al contrario, es maleducarlos.
La mejor educación que se puede dar siempre será aquella basada en Cristo. “Educa a tu hijo desde niño, y aun cuando llegue a viejo seguirá tus enseñanzas.” Proverbios 22:6 (TLA)


Te comparto algunos consejos extraídos de la biblia para la educación y corrección de tus hijos:
1.- Ser ejemplo. El ejemplo y testimonio de los padres es muy importante. Los hijos serán el resultado de cómo los enseñes con tu vida. (Tito. 2:6-7)
2.- Debes Disciplinar. Se debe corregir a los hijos con firmeza y sin perder la prudencia. Consentirlos solo avergonzará a los padres. Proverbios 29:15. Nunca impongas un castigo y luego lo olvides, porque de esa forma solo muestras a tus hijos que no cumples tu palabra y que tolerarás sus faltas siempre.
3.- Dedicar tiempo. Es muy importante que pases tiempos y disfrutes con tus hijos. Lo digo por experiencia propia, la ausencia de los padres en la vida de sus hijos es fatal. 1Timoteo 5:8.

4.- Orar por ellos. ¿Cuántas veces has orado para que Dios te dé sabiduría, buen testimonio y autoridad para educarlos? ¿Cuánto tiempo oras por ellos, para que Jesucristo los cambie, para que los haga siervos útiles, para que le sirvan, y no se alejen de Él?. La oración es solución para que Dios obre en ti y en la vida de tus hijos


jueves, 5 de mayo de 2016

Doce Características De Una Madre Cristiana

¿qué hace que una madre cristiana sea distinta de las otras madres? Respuesta: La sal. Jesús dijo: “Ustedes son la sal de la tierra” (Lucas 5:13). Una madre cristiana no es necesariamente mejor que otras madres; sino que tiene el condimento especial por causa de la presencia del Espíritu Santo. La madre creyente tiene una gran cantidad de recursos disponibles para entrenar, disciplinar y amar a sus hijos en la gracia de Dios.

¿Tu presencia como una madre trae un sabor delicioso para los que te rodean?

Las siguientes 12 cualidades son sólo una punta del iceberg de las virtudes proporcionados por Dios a través de Jesucristo para equipar y animar a las madres:


Cualidad # 1) Posee un Agudo Sentido De Discernimiento. “El corazón entendido busca la sabiduría” (Proverbios 15:14).

Una buena madre cristiana permanece íntimamente conectada con Dios para mantener un corazón entendido. Ella está dispuesta a crecer en el conocimiento a través de la lectura de la palabra de Dios y la absorción de la enseñanza de madres piadosas maduras en la fe. Dios concede discernimiento en la vida de sus hijos, para que puedan ser específicamente bien entrenados en justicia.

Cualidad # 2) Persiste en la oración en todo momento “… La necesidad de orar siempre y no desmayar” (Lucas 18:1).

Una madre cristiana nunca se da por vencida de sus hijos pródigos. Personas lo quitarían de la lista y verían a un hijo rebelde como una tarea difícil, pero no para una madre que ora. Ella declarará la gracia y la misericordia de Dios sobre su vida, hasta que no haya aliento en su cuerpo. Esta madre se ve obligada y animada por el Espíritu Santo a mantener la oración sin importar nada.


Cualidad # 3) Demuestra Amor Incondicional “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”(1 Juan 4:18).

Una madre que ama a Dios con todo su corazón no tiene miedo de amar incondicionalmente a sus hijos. Ella reconoce que su paciencia será probada en la educación de sus hijos, pero nunca dejará que su amor se convierta en ira. Su amor estimula la confianza en su descendencia, ya que nunca se desanima por la conducta de sus hijos, al contrario esta confiada siempre en el Señor.

Cualidad # 4) Cultiva un ambiente alegre. “En tu presencia hay plenitud de gozo” (Salmo 16:11, NVI).

Los que entran en la casa de una madre piadosa sienten la presencia del gozo. Su gozo profundamente arraigado la sostiene en las dificultades de vivir en un mundo impío y pecador. Ella tiene la capacidad de animar a sus hijos hacia el gozo en cada situación.

Cualidad # 5) Muestra firmeza en la Palabra de Dios. “Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos” (Salmo 111: 10).

La madre cristiana esta firme en la Palabra de Dios en medio de todos los problemas que suceden en el hogar. Ella medita en las Sagradas Escrituras siempre, la comparte y la enseña a sus hijos. Su familia es testigo de su diligencia y aprende de su ejemplo para aplicar las enseñanzas de Dios en su vida diaria.


Cualidad # 6) perdona las ofensas de otros de buena voluntad. “A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados” (Juan 20:23).

Vengan los tropiezos dentro o fuera de su casa, más aún, la madre piadosa no es rehén del perdón hasta sentirse mejor. Más bien ella elige perdonar inmediatamente y confía en el Espíritu Santo para sanar sus heridas. Su familia reconoce este principio en ella y práctica el perdonar a los demás como una estilo de vida.

Cualidad # 7) Abraza un espíritu de contentamiento. “Pero la piedad con contentamiento es gran ganancia” (1 Timoteo 6:6).

Una madre cristiana se resiste a la tentación de estar infeliz con su entorno, los niños, o el marido. Ella reconoce que la persecución del mundano y las riquezas nunca traerá la verdadera paz. En cambio, ella confía en el Señor para suplir todas sus necesidades y conceda sus deseos de acuerdo a su voluntad.

Cualidad # 8) Confía en Dios. “En ti confiarán los que conocen tu nombre, Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron” (Salmo 9:10).

Su confianza en Dios es más evidente durante los momentos difíciles de su vida. La madre cristiana es tentada, al igual que otros creyentes para dudar de la mano del Señor sobre su vida; pero, ella se mantiene firme en confiar que Dios cuidar de ella y de las necesidades de su familia. Ella establece una relación de confianza con Dios que crece día a día.

Cualidad # 9) Mantiene la Fe. “Un hombre(o mujer) de verdad tendrá muchas bendiciones” (Proverbios 28:20).

Su fe con toda seguridad, se pondrá a prueba en sus roles de esposa y madre. Una madre cristiana aceptará la prueba de su fe para que pueda crecer en la perseverancia. Ella demuestra su fidelidad mientras continúa madurando en su relación con Dios y los demás.

Cualidad # 10) Pone Orden En El Caos. “Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde.” (Proverbios 31:27).

La madre cristiana está marcada por su diligencia y la resistencia a la pereza o la holgazanería. Su principal preocupación no es el hogar perfecto, sino más bien un hogar sano lleno de amor, alegre, y en orden.Ella mantiene su hogar libre del desorden no sólo físico sino espiritual y emocional del mundo en el hogar.


Cualidad # 11) Mantiene Lo Que Es Correcto. “los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre” (Mateo 13:43).

Como una madre piadosa que hace que las decisiones difíciles que se ejecutan en el torrente de la corrupción social de los niños y jóvenes. Ella se pega a lo que es correcto a los ojos de Dios por el bienestar espiritual, emocional y físico de sus hijos. Una madre cristiana se resiste y se niega a poner en peligro su rectitud.

Calidad # 12) Dispuesta A Liberar a Sus Hijos a Dios. “La esperanza no avergüenza” (Romanos 5:5, NVI).

Mientras que la madre cristiana sostiene a sus hijos con fuerza de su corazón, se libera a crecer en Cristo a su propio ritmo. Ella ha confiado sus oraciones a Dios para protegerlos y guiarlos en la dirección de su voluntad. Ella coloca a sus hijos en el centro de la voluntad del Señor más que en sus preferencias personales para su futuro.
No existe tal cosa como la madre perfecta, pero la madre cristiana sigue siendo perfeccionada por la gracia de Dios. Ella es muy valiosa para el reino de Cristo debido a su influencia en la siguiente generación. A través del poder del Espíritu Santo, cada madre cristiana es de gran bendición a sus hijos y nietos.





jueves, 28 de abril de 2016

Cómo Puedo Perdonar Si Estoy Herido.

Hay dos definiciones de perdón que deben tenerse presente para comprender en qué consiste. El Dr. Archibald Hart señaló: “Perdonar es renunciar al derecho de herirte porque me has herido” y Tony Campbell expresó: “El perdón no es un beneficio que le confiero a otra persona, es una libertad que me doy a mí mismo”. Perdonar es renunciar al deseo de venganza por lo que me han hecho, es borrar la lista de las ofensas que hemos recibido. No perdonamos porque la otra persona cambió, perdonamos porque necesitamos eliminar el dolor que llevamos por dentro.
Sin perdón, experimentamos un dolor continuo. Con él, aun cuando los recuerdos sigan en nuestra mente, podremos empezar a mirar hacia delante con esperanza porque el dolor que sentíamos comenzó a desaparecer.
A pesar del gran amor que tenemos por nuestra familia, muchas veces, perdonar es difícil y más difícil cuando aun estoy herido. Tal vez nos han tratado mal o han despreciado nuestro amor y cuidado. Lo cierto es que debemos perdonar incluso cuando la otra persona no se arrepienta o cambie de actitud. Por lo general buscamos excusas como: “Si dejara ese estilo de vida yo lo perdonaría.” No obstante, debemos perdonar a pesar de que no haya evidencia de cambio alguno. Esto no significa que mantengamos una actitud pasiva ante el abuso, la humillación o la agresión. Más bien, si perdonamos, elevamos nuestra dignidad y esta nos permite tener la firmeza necesaria para detener el abuso.
La falta de perdón casi siempre trae consigo aislamiento, amargura, dolor y distanciamiento. Al terminar una conferencia un ejecutivo con lágrimas en sus ojos dijo: “Hace cinco años mi papá y yo discutimos fuertemente y nos distanciamos. Durante todo este tiempo no nos hemos hablado y tampoco lo he visito. Hace tres años nació mi hija y muchas veces me pregunto si él quisiera conocerla. Mi hija no conoce a su abuelo, ni ha escuchado su voz. Esto es muy duro y no lo soporto más.”
 
El perdón debe darse a pesar de las heridas profundas, los sueños frustrados o las promesas rotas. Sin perdón, no hay posibilidad de reconciliación. Es posible que sea difícil perdonar a alguien que hiere demasiado, pero hacerlo es algo que prepara el camino para reencontrarse.
Solo cuando renunciamos a nuestro derecho de tomar venganza, de señalar y juzgar, hemos perdonado con sinceridad. Todos debemos luchar por alcanzar esta libertad y al hacerlo, aumentamos nuestra capacidad de amar.
Existen personas a las que el perdón se les dificulta en gran medida. El problema es que se resisten a dejar la ofensa en el pasado. Es frecuente que estas personas no puedan reconocer el daño y el desgaste que sufren. La falta de perdón ocasiona que el dolor, el enojo, la frustración y la amargura estén presentes de forma constante; por eso la persona se encuentra atada a esos sentimientos negativos, no es libre y en la medida en que permanezca en esa posición, se deterioran su salud y su vida emocional.
El perdón no es fácil de comprender. Por lo general estamos esperando “sentir el deseo” para otorgarlo. Sin embargo, más allá de sentir, está la decisión de renunciar al derecho que creemos tener de vengarnos por lo que nos han hecho. Es optar por ser libres de los sentimientos que se quedaron atrapados en un pasado.
No obstante, a pesar de todos los beneficios que reconocemos en el perdón, además de que no es fácil de comprender, tampoco es fácil de otorgar. Se requiere voluntad, decisión y perseverancia para sostenerlo en el tiempo. El perdón es un proceso, y la señal más contundente de que este proceso ha dado su fruto se hará evidente cuando un día nos sorprendan los recuerdos de lo ocurrido y ya no experimentemos dolor.
Sin lugar a dudas, ante una ofensa, el perdón es la única forma de experimentar libertad y sanar el dolor que nos esclaviza a otra persona. Por otro lado, es lo único que posibilita restablece la relación. El perdón es la única forma de ser libre de la amargura y del deseo de venganza.
 
1. Los caminos de la comunicación
Todos, a pesar del amor que nos tengamos, vamos a lastimar a las demás personas y principalmente, a nuestra familia. Esto independientemente de cuánto amor o cuánta estima exista entre nosotros. ¿Por qué? Porque no somos perfectos y porque, en ocasiones, nos lanzamos a expresar lo que pensamos y sentimos sin considerar las consecuencias. Este dolor sufrido a causa de que nos lastimaron, es uno de los más profundos que existen porque no esperamos que aquellos que conforman nuestro círculo íntimo, en quienes confiamos nos hieran.
Lo cierto es que, debido a la cercanía y la confianza, podemos lastimar de dos maneras: involuntaria, donde solo el que se sintió ofendido lo percibió de esa manera, como por ejemplo, cuando la otra persona se siente ignorada, no comprendida o no escuchada, subestimada o; cuando no respondemos en la forma que ella espera. O bien, lastimamos intencionalmente. ¿Cómo lo hacemos? Levantamos la voz, realizamos un gesto, rechazamos, menospreciamos, humillamos u ofendemos.
Por otro lado, incluso si deseamos pedir perdón y nos mostramos arrepentidos por las heridas que causamos en el otro, puede que ese perdón, esa disculpa, no sea bien recibida. ¿Por qué? Porque cada uno de nosotros pide o espera el perdón de maneras diferentes. Así como expresamos amor de una manera particular, todos nos disculpamos a nuestra manera.
Debemos aprender a escuchar para procurar comprender lo que nos están diciendo y así distinguir cómo le agrada a la otra persona que le expresemos nuestro arrepentimiento. Porque todos nos equivocamos, debemos saber expresar disculpas en el lenguaje que el otro pueda interpretarlo correctamente.
Tenemos que superar esos obstáculos pues, cuando la otra persona está herida, es una expresión de amor procurar su salud emocional. Para esto debemos con humildad pedir perdón.
 
2. Lo que impide el perdón
2.1. Orgullo
El orgullo es la principal causa que impide el perdón y la reconciliación. No deseamos reconocer que hemos lastimado por simple orgullo. El orgullo se manifiesta cuando hacemos prevalecer nuestro ego sobre los sentimientos de los demás. El orgullo nos hace insensibles, hirientes y, en ocasiones, no somos conscientes de la gravedad del daño que hemos ocasionado. Pero precisamente, podemos impedir la restauración cuando no somos conscientes de que la otra persona está herida. Por eso es importante que cuando nos sintamos lastimados, luego de enfriar nuestras emociones, comuniquemos cómo nos sentimos.
Al comunicar que estamos afectados o lastimados, debemos hacerlo sin juzgar a la otra persona, porque no necesariamente nos hirió intencionalmente. Normalmente, reaccionamos a la ofensa y herimos de vuelta como un mecanismo de defensa o un acto de venganza, pero solo se manifiesta cuando permitimos que el orgullo domine nuestra reacción.

2.2. Autojustificación
Sucede cuando no damos el brazo a torcer o cuando queremos salir del paso nada más, en lugar de restituir la ofensa. Pero pedir perdón debe surgir de un arrepentimiento sincero y reconocer que causamos una herida. El objetivo final del perdón es disminuir el dolor en la otra persona y procurar restaurar la relación. No es el momento de justificarnos o de subestimar los sentimientos de la otra persona, es tiempo de restaurar a quien está ofendido. Siempre vamos a intentar racionalizar nuestro actuar, pero cuando la persona que amamos está herida, lo único que queda es el camino del perdón.
 
2.3. Indiferencia
Cuando subestimamos los sentimientos de la otra persona normalmente reaccionamos con indiferencia. La indiferencia la justificamos diciendo que con el tiempo lo va a superar o que, eventualmente, va a entender nuestra forma de demostrar afecto… aunque sea totalmente opuesto a lo que el otro espera, pero la verdad es que la otra persona resiente lo que percibe como falta de afecto y sensibilidad. En una pareja herida, ella dice: “Te envío mensajes de amor expresándote cuánto te necesito, y te digo cuánto te amo. Pero me siento ignorada, nunca me respondes. Quisiera que me dijeras que me amas, nada más. Me siento abandonada, incomprendida y creo que no quieres hacer ningún esfuerzo por demostrarme que me amas”. Él responde: “Yo ayudo en la casa, hago las compras, trabajo duro para pagar cuentas, pero nunca lleno tus expectativas. Me esfuerzo y no me siento apreciado o valorado. No sé qué más es lo que quieres”. Ella contesta: “Parecemos dos extraños compartiendo una misma casa. Nunca me acaricias o me dices: ‘te amo’. Extraño tus palabras de afecto. El romance lo perdimos hace años”. Esto podría convertirse en un círculo donde lo que perciben como indiferencia del otro logra distanciarlos.
Cuando prestamos atención a las necesidades del otro y no a la manera en que queremos responder a ellas en nuestra propia subjetividad, es cuando abrimos el camino al entendimiento, a la cercanía y a la intimidad.
 
2.4. Amargura
El enojo busca una forma de manifestarse, necesita una forma de salir, quiere expresarse; si no lo dominamos a tiempo, sus efectos pueden ser de dolor retenido más del tiempo debido, y destruimos nuestra vida y la de los demás.
Cuando retenemos la ofensa más de la cuenta se convierte en amargura. La amargura se instala cuando rehusamos perdonar las ofensas y, como el cáncer, crece y crece hasta que destruye todo lo que le rodea. Por eso, todo dolor experimentado por una ofensa debe ser expresado, para que no demos lugar a la amargura. La amargura y el odio no logran nada, y consumirán nuestras fuerzas totalmente porque deseamos que nos restituyan, queremos justicia ante una decepción. La amargura se alimenta del resentimiento.
Una persona amargada está dañando su salud física y emocional. Si el perdón no se otorga a tiempo, podríamos caer en deseos de venganza.
2.5 No tenemos un modelo a imitar

Al no haber visto a otras personas cercanas pedir perdón, no sabemos cómo hacerlo. Pero es peor aun cuando nuestros padres nos dijeron que pedir perdón es un signo de debilidad. Por lo que insistieron en decir; “Nunca pida perdón.”

miércoles, 27 de abril de 2016

En Vida Siempre Hay Un Día A La Vez

Dios es un Padre poderoso que hace lo inimaginable y, aparentemente, imposible por bendecir a sus hijos de acuerdo a su obediencia y fe.
Tal es el ejemplo que nos da Elías cuando Dios le dice que debe ir al arroyo de Querit donde, aparentemente, no había nada y tampoco conocía a alguien que pudiera acogerlo, pero confió en la palabra que Dios le dio cuando  le dijo que los cuervos le darían de comer;  y así fue, las aves le dieron de comer todos los días, no le faltaba nada porque estaba siendo cuidado por Dios a través de su naturaleza. En esta historia de la vida real, Elías era un hombre que buscaba el reino de Dios y se ve cómo Él dispone las cosas para que no le falte alimento a su siervo, utilizando incluso animales. (1Reyes 17:1-9)
Muchos de nosotros aún vivimos desconfiados y creemos que un cambio, un traslado o un nuevo comienzo, ya sea en otro trabajo, en una nueva relación, emprendiendo un negocio diferente o mudándose a otra ciudad, podría ser algo arriesgado y es así pero también dejamos que el temor inunde nuestra vida y no nos deje creer.
Cuando piensas que las cosas van hacia el fracaso, sin haber comenzado la carrera o la lucha, no te será posible avanzar. Todos tus planes sólo podrán funcionar si permites que Dios tome el control de tus pasos.
No temas de lo que pueda venir, al contrario, disfruta de lo que vaya pasando en tu día a día; como dice la Palabra de Dios, cada día tiene su propio afán y si vivimos temerosos de lo que pueda ocurrir, jamás podrás comenzar algo ni cambiaremos de vida.
Dios te dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” Mateo 6:33-34 (RVR-1960)
Busca en Dios aquello que necesitas para tener seguridad, aumentar tu fe, y las fuerzas para vivir cada día a la vez, confía en la mano de Dios.

No dejes de vivir por pensar en lo superficial, vive y disfruta de lo que Dios te está dando, Él siempre tiene algo bueno para darte y usa lo que menos imaginas para suplir tus necesidades.

lunes, 14 de marzo de 2016

Los Requisitos De Una Influencia Piadosa - Reflexión

Las empresas gastan millones de dólares para influenciar al público. Pero junto con el dinero, hay también muchas ideas y estrategias en cuanto al diseño de campañas publicitarias y de eventos que puedan captar el interés de la gente.
Como creyentes, estamos involucrados en una tarea mucho más importante: la de conquistar los corazones con la verdad del evangelio por medio de nuestra influencia. Si queremos influir positivamente en los demás, necesitamos dar testimonio fiel de Dios delante de las personas.
Tener una convicción fuerte acerca de la Palabra de Dios es la base de la buena influencia espiritual; debemos creer que la Biblia es veraz y practicar sus enseñanzas diariamente. En la lectura de hoy, Daniel y sus amigos rechazaron la comida y el vino del rey, porque la Palabra les decía que no comieran nada que hubiera sido ofrecido a los ídolos, una práctica común en ese tiempo (Éx 34.15). ¡Daniel se puso a sí y a sus amigos en peligro de muerte por un asunto de comida! Pero procedió de tal manera pues sabía que el Padre celestial quería que obedeciera la Palabra, costara lo que costara.
Si queremos influenciar a otros, debemos ser fieles a nuestras convicciones. La vida de un creyente es, a menudo, el único ejemplo de principios bíblicos que otras personas verán. Por tanto, como Daniel, debemos disponer nuestra mente para obedecer a Dios, sin importar las circunstancias. Y como sucedió con las personas que estaban dentro en la esfera de influencia de Daniel, aquellos a quienes usted toque verán las buenas obras hechas para el Señor por usted, y lo glorificarán a Él (Mt 5.16).
Biblia en un año: Josué 13-15

Fuente: www.encontacto.org