Sé
audaz y cree «porque Dios ha dicho: “Nunca te dejaré; jamás te abandonaré”. Por
medio de esta promesa el Señor le da todo a su pueblo. «Nunca te dejaré».
Gracias a esta promesa ningún atributo de Dios se dejará de usar a nuestro
favor.
Ninguna de las promesas
de Dios son privadas, como si alcanzaran a una sola persona, porque lo que Dios
le dice a uno de sus santos, se lo dice a todos. Cuando él abre un pozo de agua
para un cristiano es para que todos beban de él. Y cuando abre la puerta del
granero para distribuir alimento, un hombre hambriento podrá ser el motivo
inicial, pero sin lugar a dudas, todos los santos hambrientos pueden acercarse
y comer.
Oh, creyente, que la promesa fuera originalmente hecha a Abraham o a Moisés, no
establece diferencia alguna porque te la dio a ti como heredero de su pacto. No
hay bendiciones elevadas de Dios que estén tan altas que tú no puedas
alcanzarlas, ni una vasta misericordia que sea demasiado ancha como para ti.
«Sube hasta la cumbre del Pisgá y mira al norte, al sur, al este y al oeste.
Contempla la tierra
con tus propios ojos» (Deuteronomio 3:27). Contempla toda la extensión de la
divina promesa de Dios, porque toda la tierra que ves es tuya, ¡te pertenece!
No hay un solo arroyo de agua viva del que no puedas beber. Si es una «tierra donde abundan la leche y la miel» (Éxodo
3:8), entonces come de la miel y bebe de la leche, porque ambas te pertenecen.
Sé audaz y cree «porque Dios ha dicho: “Nunca te dejaré; jamás te abandonaré”. Por medio de esta promesa
el Señor le da todo a su pueblo. «Nunca te dejaré». Gracias a esta promesa
ningún atributo de Dios se dejará de usar a nuestro favor. ¿Es él poderoso? Entonces va a
«mostrar su poder a favor de los que tienen un corazón perfecto para con él» (2
Crónicas 16:9, RVR 1995).¿Es él amor? Entonces,
te coronará cubriéndote «de amor y compasión» (Salmo 103:4). Todo atributo que
describa el carácter de Dios, se usa plenamente a nuestro favor.
Para resumir por completo esta verdad, no hay nada que puedas desear, que puedas
pedir, nada que puedas necesitar en este tiempo o en la eternidad, nada vivo o
muerto, nada en este mundo o el siguiente, nada ahora ni nada en la mañana de
la resurrección ni en el cielo que no esté incluido en este versículo: «Nunca
te dejaré; jamás te abandonaré».
Fuente: sigueme.net
0 comentarios:
Publicar un comentario