“EL PLAN DEL SEÑOR PERMANECERÁ PARA SIEMPRE; LOS PENSAMIENTOS DE
SU CORAZÓN, POR TODAS LAS GENERACIONES” (Salmo 33:11)
La mayoría de las grandes empresas vive en base a su declaración
de objetivo final. ¡Y
tú también necesitas tener una! “¿En qué debería consistir la mía?”,
preguntarás. Debería:
(a) Enfatizar el objetivo final
de Dios para tu vida. Recuerda que no se trata de una lista de tus metas
–ellas cambian, el objetivo final no.
(b) Hacerte pensar constantemente
acerca de la dirección que llevas.
Escucha: “Examina
la senda que siguen tus pies y sean rectos todos tus caminos” (Proverbios
4:26). Tu
declaración acerca del objetivo final que tienes en la vida debería
testificar lo que pretendes hacer con tu tiempo, tus posesiones,
oportunidades, responsabilidades, y también lo que no te propones a hacer.
Escucha:“En
el rostro del inteligente aparece la sabiduría, pero los ojos del necio
vagan hasta el extremo de la Tierra” (Proverbios 17:24).
(c) Definir lo que significa el
éxito para ti. Debería manifestar lo que tú crees que es importante, no lo
que el mundo cree; debería reforzar tus valores.
(d) Clarificar tu posición. A
lo largo de tu vida tendrás diferentes papeles, pero el propósito de Dios
para tu vida nunca cambiará. “¿Pero cuál es la voluntad de Dios para mi
trabajo, o mi matrimonio, o donde vivo?”.
Éstos son asuntos secundarios. Puede haber
múltiples posibilidades para llevar a cabo la voluntad del Señor para ti.
Lo más importante es que cumplas el propósito de Dios para tu
vida, independientemente de donde vives, trabajes, o con quien te cases.
Estas decisiones deben sustentar el objetivo final para tu vida.
Escucha: “Muchos pensamientos hay en el
corazón del hombre, pero el consejo del Señor es el que permanece”
(Proverbios 19:21). Concéntrate
en el propósito de Dios para tu vida, porque su objetivo final
durará eternamente.
“…DAVID… (SERVIDO)[SIRVIÓ] A SU
PROPIA GENERACIÓN SEGÚN LA VOLUNTAD DE DIOS…” (Hechos 13:36)
Puede llevarte semanas o meses redactar tu declaración acerca
del objetivo más importante de tu vida. Escribirás varios borradores
hasta que consigas el resultado final, y aun así harás algunos cambios
según va pasando el tiempo y Dios te vaya dando más entendimiento. Pero
una vez terminada, úsala como recordatorio diario. Salomón aconsejó:
“…porque es cosa deliciosa que
las guardes [-las palabras de sabiduría-] dentro de ti y que, a la vez, se
afirmen en tus labios” (Proverbios 22:18). Se ha sugerido que
desarrolles la declaración acerca del objetivo más importante de tu vida
basada en lo que te gustaría que la gente dijera de ti en tu funeral. Esto
quizás no sea una buena idea.
Lo único que importa es lo que Dios dice de ti. Pablo escribió: “No procuramos agradar a
los hombres, sino a Dios…” (1 Tesalonicenses 2:4b). Si quieres un epitafio sobre el cual
construir tu vida, aquí tienes uno: “…David…
(servido)[sirvió] a su propia generación según la voluntad de Dios…”
(Hechos 13:36). ¡No hay epitafio mejor que éste!
Imagínate que en el grabado de tu lápida se lee que cumpliste el
eterno propósito de Dios para tu vida en su debido momento (en tu generación). Ni
las generaciones pasadas, ni las futuras pueden cumplir los propósitos del
Señor en esta generación. Sólo tú puedes. Como Ester, Él te ha creado “… para esta hora…” (Ester
4:14b). Dios
todavía está buscando personas útiles para hacer su voluntad. Escucha: “…los ojos del Señor contemplan
toda la Tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen un corazón
perfecto para con Él” (2 Crónicas 16:9).
¿Puede Dios servirse de ti?
¿Estás dispuesto a cumplir sus propósitos a lo largo de tu vida? ¡Tu
respuesta a esta pregunta lo determina todo!
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