Toda persona que esté
considerando o que ya esté involucrada en el ministerio con los jóvenes debe
entender tres cosas básicas:
1. El sentido de importancia.
En otras palabras, entiendes la importancia de
hacer una inversión en la vida de los jóvenes. ¿Estás seguro, en tu mente y
corazón, de que vale la pena servir en el ministerio con los jóvenes?
¿Entiendes bien que es muy importante ayudar a los jóvenes?
¿Te importa realmente los jóvenes? El verdadero
reto radica en el valor que tú mismo consideres que tiene el trabajo entre los
jóvenes. Los jóvenes de hoy enfrentan problemas que ni siquiera los adultos
deberían enfrentar. No creo que exista una situación más difícil que la de
enfrentarnos con los problemas, las presiones y las filosofías que los jóvenes
enfrentan hoy. Es importante invertir en la vida de los jóvenes, porque ellos
necesitan ayuda desesperadamente.
2. El sentido de incapacidad.
Tú entiendes que no es por tus propias
habilidades, dones y talentos que este ministerio se puede hacer. ¿Te sientes
incapaz de llevar a cabo el ministerio juvenil? Excelente. Ninguno que se
sienta capaz en sí mismo debe hacerlo porque tarde o temprano fracasará. Reconoce
que el asunto no es que puedas o no, sino que Dios quiere que lo hagas.
¡Qué emocionante es saber que si yo no puedo Dios
sí puede! ¡Qué emocionante es saber que Dios desea usar personas sencillas,
personas sin grandes habilidades, personas que dependan de Él! Nuestra única
dependencia debe provenir de Dios.
3. El sentido de convicción.
No tengas la menor duda de que van a suceder
grandes cosas. Te hace falta soñar que verás vidas jóvenes transformadas por el
poder de Dios. Si crees que Dios puede hacer grandes cosas con la vida de los
jóvenes de tu iglesia, bienvenido a la aventura de tu vida. En el ministerio
juvenil se requiere estar dispuesto y disponible.
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias
de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrifico vivo, santo, agradable a
Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos
12:1-2
Lo que Pablo nos está retando a hacer es morir a
nuestros deseos, sueños, ilusiones y planes. Dios quiere de ti y de mí una
entrega tal que no quede nada para mí. Pablo dice “no os conforméis a este
siglo”. La palabra conformar tiene que ver con no adoptar la forma del mundo,
no amoldarme a las formas o moldes del mundo.
Lógicamente es mucho más fácil adoptar las formas
del mundo, sus costumbres, y mundanalidades, que mantenernos en el centro de la
tensión entre lo bueno y lo malo. Es más fácil moldearse a lo que la mayoría
está haciendo, que ser diferentes.
Pero lo que Dios desea de nosotros es luz, sal, no
conformismo. ¿Cómo nos hemos ido moldeando al mundo? ¿En qué áreas de nuestra
vida no se ve ninguna diferencia entre los patrones del mundo y las verdades
poderosas de Dios?. Tú y yo debemos morir para que Cristo pueda vivir en
nosotros y reinar en nuestras mentes y corazones. La forma de hacer esto es
orar diariamente: “Entrego mi voluntad a Dios y permito que el Espíritu Santo
me controle con su poder.”
¿Qué quiere Dios de mí para mañana? Mi obediencia
de hoy determina su guía para mi vida mañana
Nunca me gustó estudiar. Las matemáticas, en
especial, me daban alergias. Aún hoy, con solo escribir la palabra, siento que
me pica la piel. En una ocasión mi maestro de matemáticas llegó al aula y de
tarea para el día siguiente nos pidió: “Para mañana quiero los capítulos 1, 2,
3, 4, 5, 6 y si les da tiempo terminen el 7”. Inmediatamente pensé: “Este
maestro de matemática no entiende que mi responsabilidad principal de niño es
jugar”.
Sin dudar por un segundo formulé un plan para
evitar que tuviéramos que hacer la tarea y que involucraría a toda mi clase.
Convencí a todos mis amigos de que nadie hiciera la tarea basándome en el
razonamiento de que el maestro no iba reprobarnos a todos. La aprobación fue
unánime.
Al día siguiente entré a la escuela como todo un
héroe. El maestro entró a la clase y luego de pasar lista comenzó a preguntar
si habíamos hecho la tarea.
Todos dijeron NO.
¿Por qué NO? - Preguntó el maestro.
- Entonces me puse de pie y como un triunfador
contesté: ¡Porque nadie la hizo profesor!
- “Mal de muchos, consuelo de tontos.” Dijo el
profesor y tomándome de la oreja me paró al frente de la clase.
“Todos lo están haciendo”, “todos tienen novios no
cristianos”, “todos se meten en deudas”, “todos ven pornografía”, “todos
mienten o roban”,...
“Mal de muchos consuelo de tontos” decía mi
profesor de matemáticas y Dios nos dice “No os conforméis a este siglo, no
hagan nada porque otros lo están haciendo”.
Sean la luz, sean la sal de este mundo, sean
diferentes, no se acomoden a los patrones de este mundo. Recordemos el primer y
segundo principio:
1. Digo “NO” a mi voluntad y digo “SÍ” a la
voluntad de Dios.
2. Rehúso moldearme a la forma de este mundo.
Pablo sigue presentándonos una verdad increíble
“..transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento. Este
pasaje es eco del Salmo 119:9 “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con
guardar tu palabra”. Y en el versículo 11 del mismo capítulo: “En mi corazón he
guardado tus dichos, para no pecar contra ti”.
La palabra transformaos es la palabra
metamorfosis. De gusano a mariposa. ¡Qué palabra tan apropiada! Esta
transformación solamente vendrá como resultado de la inversión de tiempo
conociendo al Dios de la palabra a través de la palabra.
¿Entendemos que nuestro llamado en la vida no
necesariamente es servir en un ministerio de jóvenes, sino conocer a Dios y
darlo a conocer?
Tomado del libro: Soy líder de jóvenes
Editorial: Unilit
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