Actitud podría ser llamada de “ventana del
alma”. No es la forma de reaccionar cuando ya tuvimos tiempo suficiente para
pensar sobre una situación, pero si como reaccionar cuando no podemos pensar
sobre ella. Todo lo que podemos hacer es dar una respuesta.
Generalmente las circunstancias que enfrentamos en
el transcurso de un día normal no nos forma ni nos destruye. Ellas simplemente
revelan quienes somos por dentro. Es como dejar caer un balde lleno – lo que salpica
es lo que estaba dentro de él.
Nosotros gastamos mucho tiempo aprendiendo como
reaccionar. Así aprendemos como ser buenos actores. Sin embargo cuando sucede
algo inesperado y tenemos que reaccionar rápidamente, nuestra “actuación”
generalmente es dejada de lado y nuestra respuesta sale de nuestro interior. Es
ahí donde nuestra actitud se torna evidente.
Recientemente observé dos personajes,
frecuentemente citados en los noticieros, exhibiendo aquello que llamo de
“equilibrio sobre presión”. Uno de ellos. La Dra. Condoleeza Rice, jefe del
Consejo de Seguridad de U.S.A., sentada en la “silla eléctrica” delante de una
audiencia mundial observándola, mientras presentaba la defensa de las acciones
del gobierno americano antes de los sucesos del 11 de septiembre del 2001.
Ella lidió con la presión exhibiendo gracia y
un comportamiento calmado. Después fue el turno de Bary Bonds, girando el bat
de basebol para pasar el record de su héroe y padrino, Willie Mays, y hacer el
mejor “home run” (golpe que le permite al bateador completar el circuito de las
bases) de todos los tiempos, de la Liga Principal de Basebol.
Las cámaras de televisión de todo el mundo estaban
enfocadas sobre él, esperando por la rebatida que iría a mandar la bola para
dentro de la bahía de San Francisco, por detrás de los muros del campo.
Ambos demostraron un desempeño increíble, a pesar
de las presiones que muchos de nosotros ni siquiera podemos imaginar. Sus
acciones reflejaron las actitudes que los sustentan.
En generaciones pasadas, William Sangster, fue una
amada figura pública de Inglaterra. Muchas personas no sabían que él luchaba
contra una enfermedad llamada atrofia muscular progresiva. A pesar de su gran
incapacidad, él sirvió con nobleza y corrección, sosteniendo una actitud
positiva y vencedora, al punto de tornarse conocido en todo el mundo de lengua
inglesa por aquello que él llamó de “Mis Cuatro Propósitos”.
1. Jamás voy a quejarme
2. Voy a mantener mi luz siempre brillando.
3. Voy a contra mis bendiciones.
4. Voy a transformar mis perdidas en ganancias.
Amy Carmichael (1867-1951), una mujer que también
enfrentó grandes desafíos en su vida, reflejó su actitud de la siguiente manera:
Dame la esperanza que muestre el camino
La fe que no desfallezca
La esperanza que las decepciones no agotan
La pasión que va arder como fuego
Que yo no me transforme en un ignorante.
Haz de mi Tu combustible, Llama de Dios!
Autor notable y orador popular, Charles Swindoll
expresa esto de la siguiente manera:
“Frecuentemente, la única cosa que podemos hacer
es tocar con la última cuerda que tenemos, y esto es nuestra actitud. Estoy
convencido que de la vida es 10% lo que me sucede y 90% como yo reacciono a
eso. Y lo mismo sucede con usted. Somos responsables por nuestras actitudes.”
Proverbios 4:23 nos exhorta: “Sobre toda cosa
guardada guarda tu corazón; porque de él mana la vida”. Nuestros corazones – el
lugar donde nuestras más íntimas actitudes están almacenadas – necesitan ser
examinados de vez en cuando y ajustados cuando es necesario.
Fuente: "The Challenge" (El Desafío),
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