“No
se compra con el oro mas fino, ni su precio se calcula en plata.
No se compra con oro refinado, ni con ónice ni
zafiros.
Ni el oro ni el cristal se comparan con ella,
Ni se cambia por áureas joyas.
¡Para que mencionar el coral y el jaspe!
¡La sabiduría vale más que los rubíes!
El topacio no se le igual ni es posible compararla
con oro puro.
¿De dónde, pues, viene la sabiduría?
¿Dónde habita la inteligencia?
Solo Dios sabe llegar hasta ella, sólo él sabe
donde habita.
Miro entonces a la sabiduría y pondero su valor;
La puso a prueba y la confirmó y dijo a los
mortales:
“Temer al Señor”: ¡Eso es sabiduría!
“Apartarse del mal”: ¡Eso es discernimiento! Job 28.
¡Que descripción tan fascinante de la sabiduría!
La afirmación divina que nada es comparable, que
no hay riqueza que opaque ni lujo que disminuya el precioso don de la
sabiduría,nos hace ver cuán insignificantes somos y cuán lejos estamos de su
majestad.
Job trató de buscar este don cuando estaba en el
momento más duro de su prueba, sus amigos hicieron una gran gala de oratoria
con discursos sobre el verdadero conocimiento, pero no se acercaron ni un
centímetro al verdadero significado de la sapiencia.
Casi al final de la prueba, cuando sus fuerzas
eran casi nulas, agobiado por las palabras ociosas de sus amigos, Job les pudo
responder con este elogio a la verdadera sabiduría.
Este poema sapiencial responde con autoridad a la
pregunta: ¿Dónde se halla la sabiduría?
No se encuentra escondida en las minas profundas
junto con los metales y piedras preciosas, ni se puede comparar al tesoro más
refinado, la sabiduría se halla sólo en Dios y en tener temor a él.
Cuantos riesgos se corren cada día por encontrar
la felicidad en las riquezas, cuanto afán consume a la humanidad por “vivir
bien”, cuantos palidecen y se cansan al no lograr sus fortunas, descansan un
poco pero tomando fuerzas siguen en la búsqueda de lo que jamás sacia.
Sin embargo lo más rico, lo más fino, lo
incalculable, no se puede comprar, ni el más sabio, ni el más famoso puede
argumentar con palabras sabias, porque la única sabiduría que vale es el temor a Dios.
Por eso me quede muda cuando leí en Proverbios que
hubo una mujer que pudo encontrar aquella joya incalculable, una mujer que
brilló con los dones que la engalanaban, todo se basaba en su temor reverente a
Dios.
Queridas amigas, mis amadas hermanas, las joyas
que pueden adornar tu belleza natural se opacarán si buscas y te vistes de la
joya incalculable que se llama sabiduría.
Si hubo una mujer virtuosa que la halló, creo que
Dios la puso allí para que no te des por vencida, cree y toma esta promesa para
ti, el tesoro de los Cielos está a tu disposición: teme a Dios.
¿Sientes un temor reverente hacia tu Creador? ¿Lo
más importante de tu vida es tener comunión con él? ¿Estas dispuesta a
renunciar a tus anhelos y buscar darle la Gloria sólo a él en todo lo que
haces? Quizá éste sea el inicio de tu búsqueda por la joya preciada, pero es
sólo el principio, lo más importante es: Temer a Dios.
Mujer ejemplar, ¿Dónde se hallará? ¡Es más valiosa
que las piedras preciosas!
¡La mujer que teme al Señor es digna de alabanza! Proverbios 31.
Por: Martha Vílchez
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