Quiero decirte que la lengua puede llegar a ser muy
peligrosa y ya te explicaremos qué queremos decir cuando hablamos de una lengua
peligrosa.
En la Biblia, la Palabra de Dios, el Rey Salomón que
era conocido como un hombre muy sabio, dijo lo siguiente: “A aquellos que les
gusta hablar, experimentarán las consecuencias, porque la lengua puede matar y
dar vida.” (Proverbios 18: 21)
En otras palabras, las cosas que decimos entre nosotros o cuando hablamos a
otros, tienen gran poder. Pueden ayudarnos o dañarnos.
Eso quiere decir que cuando una persona se dice a sí
misma que es una mala madre o que es tonta no le sirve de ayuda para nada pues
de tanto decírselo termina creyéndolo.
Exactamente, eso es lo que sucede. Si una mujer se
dice ciertas cosas de sí misma, comienza a creérselas. Y si nosotras creemos
algo acerca de nosotras mismas podríamos comenzar a actuar de esa manera. Así
que… es importante tener la actitud y los pensamientos correctos acerca de uno
mismo.
Algo parecido si alguien más dice cosas malas de tu
persona…
Recuerdo mis años de escuela. Tuve una compañera… Era
la más joven de todas y a veces le tomaba más tiempo que a las demás terminar
el trabajo en clase. La maestra se ponía impaciente y la retaba diciéndole:
“Apúrate, eres lenta como una tortuga.” La niña se ponía muy nerviosa, lloraba
y demoraba aún más en terminar el trabajo. Al siguiente año, nos tocó una
maestra muy amable y paciente. Ella decía a esta niña: “No te preocupes, toma
tu tiempo y ya verás que lo lograrás terminar.” Recuerdo que en el transcurso
del año esta alumna logró ser más ágil y más segura de sí misma. Gracias a las
palabras de ánimo que le daba la maestra.
Eso es un buen ejemplo de lo que hemos leído en la
Palabra de Dios, la Biblia. Lo que decimos puede dañar profundamente a otra
persona en sus emociones o puede ayudarla a superarse y crecer. Cuántas veces
hablamos sin pensar siquiera en lo que decimos. Los niños muchas veces son
crueles entre ellos diciéndose o llamándose con términos hirientes. Recuerdo lo
que nos enseñaba nuestra madre. “Si no tienes lo que decir, mejor muérdete la
lengua y no digas nada.”
La lengua está allí para que podamos hablar y comunicarnos.
Si no tenemos o no sabemos qué decir, es mejor morderla. Como hemos escuchado
en las lecciones para la vida, cuando tenemos una llaga en la lengua, se nos
quita aún el deseo de hablar. Hay personas que nos han dicho… “Mejor me hubiera
mordido la lengua… así no hubiera dicho lo que dije.”
Escuché decir a una mujer: “Debo admitir que por muchos años luché con mi
lengua. Me he metido en problemas por hablar cosas necias a las personas. Yo
quería dejar de hacer eso pero me daba cuenta que me resultaba muy difícil y a
menudo me he sentido muy desanimada por no poder controlar mi lengua. Pero un
día me puse a leer la Biblia, la Palabra de Dios y descubrí que el problema con
la lengua no era algo nuevo. Personas, mucho tiempo antes también luchaban con
ese problema. Leí en un libro de la Biblia llamado Santiago y me quedé
maravillada de lo que allí dice en cuanto al poder y peligro de la lengua.
(Santiago 3: 7-10)
“Pues fieras y aves, reptiles y criaturas marinas de toda clase pueden ser
domadas y han sido domadas por el ser humano. Pero ningún hombre puede domar su
lengua; porque es un mal incontrolable, llena de veneno mortal. Con ella
bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres que han sido
creados a la semejanza de Dios. De la misma boca sale bendición y maldición. No
puede ser, hermanos míos, que estas cosas sean así.”
¡Qué tremendo! Compara mi lengua con un animal
salvaje, un tigre o un león… Pero es una buena figura de cómo podemos lastimar
a otras personas diciendo palabras necias. Estoy segura que a todas nos resulta
difícil controlar nuestra lengua. ¿Qué piensas?
Pero,
¿sabes? Gracias a Dios no tenemos que hacerlo todo por nosotras mismas, en
nuestras propias fuerzas. Gracias a Dios nací en un hogar donde aprendí desde
niña acerca de mi Padre Celestial y de Su gran amor por mí. Desde los once años
en que lo recibí en mi vida comencé a experimentar Su poder y Su compañía
diaria. Dios siempre me acompañó y me ayudó a lograr aquellas cosas que
parecían imposibles poder lograrlas sola. Debo reconocer que cada día estoy
aprendiendo a controlar mis palabras, con la ayuda de Dios. Creo que es algo
que nos llevará toda la vida, es un aprendizaje. Cuando estamos tentadas a
decir algo que no está correcto debemos hacer algo que nos ayude- como el
respirar profundamente y pensar antes de hablar. Seguramente si nos tomamos el
tiempo para respirar profundamente evitaremos decir lo que de otro modo
hubiéramos dicho. O tendremos la oportunidad de cambiar las palabras y expresar
algo menos hiriente. Pero nuestra naturaleza humana nos traiciona a veces y de
todos modos decimos cosas inadecuadas. Cuando algo así nos sucede tenemos aún
otro recurso, y es el de pedir disculpas o decir perdóname, lo siento. Ya no
podré quitar lo que dije pero ayudaré a la otra persona a sentirse mejor.
Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar a través de la oración modelo “El
Padre Nuestro” una frase habla justamente acerca del perdón. “Y perdónanos como
nosotros perdonamos…” Jesús nos tiene paciencia porque Él sabe que nos llevará
tiempo cambiar nuestras malas costumbres. Cada vez que confesamos nuestros
errores al Señor, Él nos perdona y nos ayuda a continuar en nuestra vida. Nos
tiende Su mano amorosa y nos levanta de nuestras caídas y cosas mal hechas o
dichas.
Debemos cuidarnos en nuestra manera de hablar. La Biblia nos
advierte “Ninguna palabra torpe salga de tu boca sino la que sea buena para
edificación.” También nos dice: “La lengua tiene poder para matar o para dar
vida.” (Proverbios 18:21). Si tienes problemas con tu habla o con el uso de tu
lengua, como la mayoría de nosotras tenemos, recuerda que sólo hay Uno que
tiene poder para ayudarnos y es Jesús. No luches tú sola ya más.
A propósito de hablar correctamente quiero compartir una carta
de una oyente en Camboya donde nos cuenta cómo aprendió a usar palabras
amables. Ella nos escribió de la siguiente manera:
“Tengo 39 años y soy mamá de tres hijos. Antes de escuchar el programa Mujeres
de Esperanza, yo era una mala madre porque cuando me enojaba con mis hijos,
siempre los golpeaba y les decía palabras feas. Pero después de haber comenzado
a escuchar el programa donde enseñan acerca de Jesús, yo cambié. Aprendí a ser
paciente y me digo a mí misma… “Debes hablarle a los niños con palabras
suaves.” Honestamente el programa me ha ayudado mucho. Ahora me gusta escuchar.
Donde sea que voy llevo la radio conmigo. Por favor si pueden hacerlo más
largo, me resulta muy corto.”
Realmente es de mucho gozo saber que el programa ha ayudado a
esta mamá a hablar con palabras suaves a sus hijos. Es algo que todas las mamás
debemos aprender: Hablar con suavidad a nuestros hijos evitando así la gritería
y los enojos.
Tenemos que buscar la ayuda del Señor para que nos llene de su sabiduría y
poder para lograr cosas buenas para nosotras y para quienes nos rodean cada
día.
Dios quiere darnos dominio propio sobre nuestro carácter y sobre nuestra manera
de hablar. Podemos lograrlo cuando hablamos con el Señor por medio de la
oración.
Orar es hablar con Dios. ¿No te parece maravilloso? Quiero
decirte que para mí lo es.
Recuerdo cuando mis hijos eran pequeños y comenzaron a hablar. Era muy lindo
escucharles y tratar de adivinar qué nos querían decir y cuántas veces no
podíamos comprenderles. O cuando no conocían las palabras me indicaban con su
pequeño dedo lo que querían obtener y lo interesante es que lo lograban.
¿Te sientes como ese pequeño niño cuando le hablas a Dios?
Puede ser que luchas con las palabras correctas para expresar tu necesidad
delante de Él. Pero quiero decirte que la oración es sencillamente abrir tu
corazón con humildad y conversar con Dios. Decirle tus necesidades sin usar
palabras religiosas especiales. Dios es nuestro Padre Celestial y nos ama tanto
que desea escucharnos.
La mejor manera de aprender a orar es orando. No necesitamos entender todo
acerca de algo para poder usarlo. ¿No te parece? Yo no entiendo todo acerca de
un aparato de radio, cómo funciona o está armado pero la uso porque deseo
hablar para que otros me escuchen y aprendan acerca del amor de Dios. Si deseas
compartir con Dios lo que hay en tu corazón, aún si no sabes muy bien cómo
decirlo, debes saber que Dios te ama y desea escucharte. Como un buen Padre
interpreta lo que tú quieres decirle y está deseoso de responder a tú
necesidad.
Así que – comienza a hablar con Dios ahora mismo. Él comprende cada palabra que
dices y aquellas que no puedes decir también las sabe. Dios conoce las
intensiones de tu corazón y quiere ayudarte.
Digamos juntas: ¡Gracias Dios por darnos este privilegio de poder hablar contigo
y contarte lo que hay en nuestro corazón! Gracias por la oración y por tu oído
atento a lo que decimos y pedimos. Te amamos porque eres un Padre bueno con
nosotras y respondes conforme a tu voluntad. Oramos en el nombre de Jesús.
Amén.
Fuente:.proyectoana.org
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